Después de que se estableció el poder soviético, el enfoque hacia el azar cambió radicalmente. Las autoridades buscaban erradicar los hábitos burgueses, junto con los establecimientos de juego privados. Oficialmente, los juegos de azar en la URSS fueron declarados como reliquias del pasado, pero el interés en las apuestas no desapareció. La prohibición impulsó la formación de estructuras clandestinas que se convirtieron efectivamente en precursores del futuro negocio criminal.
En las grandes ciudades, especialmente en Moscú y Sochi, comenzaron a aparecer clubes cerrados a los que solo tenían acceso personas verificadas. Bajo el control de grupos criminales, se establecieron «katrans» donde se ofrecían juegos de cartas, ruleta y póker. Formalmente todo se mantenía oculto, pero fue precisamente esta época la que sentó las bases sin las cuales la historia de los casinos en la URSS parecería incompleta.
La legislación soviética limitaba estrictamente las operaciones financieras, lo que hacía que las apuestas ilegales fueran particularmente lucrativas. La economía sumergida se desarrollaba rápidamente, y los primeros casinos clandestinos en la URSS se convirtieron en un instrumento para blanquear capitales. Las estructuras criminales controlaban grandes flujos de dinero, obteniendo ingresos tanto de las apuestas como de las deudas de los participantes.
Con el tiempo, se establecieron sus propias reglas de comportamiento, guardias personales e incluso crupieres propios. Manipulaciones financieras, tasas de interés ocultas y el uso de fichas falsas convirtieron el negocio clandestino en un mecanismo bien aceitado. Todo esto dejó una clara e inevitable huella criminal en la historia de los casinos en la URSS.
La variedad de métodos utilizados por los propietarios de «katrans» y sus patrocinadores muestra la complejidad de la estructura del mercado de juegos de azar clandestino. Los esquemas más comunes eran:
Independientemente del esquema específico, cada uno de ellos mostraba hasta qué punto la economía sumergida se infiltraba en el negocio del juego en la URSS y cómo se formaba un sistema financiero paralelo.
Al darse cuenta de la creciente popularidad de las apuestas ilegales, el estado decidió crear una alternativa controlada. En la década de 1970 surgió el proyecto «Sportloto», que oficialmente se consideraba un instrumento de apoyo al deporte masivo. Las loterías rápidamente se volvieron populares, ya que ofrecían la oportunidad de ganar de manera legal.
Sin embargo, incluso «Sportloto» no pudo reemplazar por completo a los clubes clandestinos. Parte de la población prefería los «katrans» privados, donde las apuestas y los pagos eran mucho más altos. Por lo tanto, la historia de los casinos en la URSS refleja la constante lucha entre el control estatal y la economía sumergida.
Sochi ocupaba un lugar especial, ya que incluso en ese momento se consideraba la capital turística del país. Aquí llegaban funcionarios del partido, deportistas, diplomáticos y huéspedes extranjeros. Este flujo garantizaba una alta demanda de clubes cerrados, lo que atraía la atención de la criminalidad.
Los juegos de azar clandestinos en la URSS estaban especialmente bien organizados aquí. En algunos hoteles se creaban espacios separados para los invitados selectos. Los jugadores apostaban sumas significativas en póker, ruleta y combinaciones de cartas, mientras que los «vigilantes» se aseguraban de la seguridad de las transacciones. La influencia de Sochi en el mercado clandestino es una parte importante de cómo se desarrolló la historia de los casinos en la URSS en las últimas décadas de la época soviética.
Para comprender la magnitud de la economía sumergida, es importante examinar los principales mecanismos utilizados por los grupos criminales:
Estos métodos crearon un modelo de gestión único para los casinos clandestinos, que afectaba directamente a la economía y al equilibrio de poder dentro del país. Sin estudiar las prácticas, la historia de los casinos en la URSS no estaría completa.
Los «katrans» se convirtieron en una parte crucial del mundo del juego clandestino. Su organización requería espacios cerrados, seguridad confiable y clientes verificados. El acceso se otorgaba por recomendaciones personales, lo que creaba una atmósfera de exclusividad. Aquí se llevaban a cabo juegos de cartas, las apuestas se realizaban en efectivo y los crupieres a menudo trabajaban bajo el control de autoridades criminales.
Estos establecimientos concentraban grandes flujos financieros y establecían sus propias leyes no formales. Como resultado, la historia de los casinos en la URSS adquirió otra capa: el negocio clandestino se convirtió en una economía paralela capaz de influir en las estructuras estatales a través de sobornos y acuerdos mutuos.
En la retórica oficial, los órganos del partido condenaban enérgicamente los juegos de azar en la URSS, pero la realidad era diferente. Se organizaban noches cerradas para altos funcionarios, donde se permitían los primeros casinos en la URSS en un formato elitista. En tales clubes, las apuestas podían alcanzar sumas enormes, y la participación a menudo iba acompañada de acuerdos informales.
Los funcionarios del partido utilizaban su poder para proteger tales eventos, y su influencia garantizaba la seguridad de los organizadores. La contradicción entre la política pública y las prácticas ocultas intensificaba la brecha entre la sociedad y el poder, y como resultado, la historia de los casinos en la URSS adquirió un carácter complejo y multifacético.
A pesar de las estrictas prohibiciones, el negocio clandestino adquirió un aura legendaria. Se tejían historias alrededor de los «katrans» sobre grandes victorias, fortunas perdidas y apuestas arriesgadas. Paradójicamente, la romanticización de esta imagen hizo que los clubes ilegales fueran aún más atractivos.
Para mediados de la década de 1980, el interés en el azar alcanzó su punto máximo. La gente discutía fiestas secretas, clubes exclusivos y grandes pérdidas, lo que gradualmente preparaba el terreno para la futura legalización del negocio del juego en una nueva realidad económica. Así, la historia de los casinos en la URSS estuvo estrechamente ligada no solo al control estatal, sino también a la cultura de las prácticas clandestinas.
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